Las últimas constituciones españolas tienen cierto aire frío y otoñal. Ambas se aprobaron en Cortes y se publicaron entre octubre y diciembre de sus respectivos años. Las dos se colaron por las rendijas de los regímenes impuestos y consiguieron cambiar la vida de las sociedades que las vieron nacer. A la de 1931, literalmente, se le pusieron las hojas amarillas y caducas a los pocos años de abrir los ojos y quedó relegada, con suerte en algún cajón o alacena, como la que heredé de mis abuelos, salpicados los márgenes de las cuentas de la cosecha de la remolacha, aprovechando el papel al límite en aquellos años de escasez.
1931. La vida dio un vuelco para la mitad de este país la tarde del 1 de octubre.
1931. La vida dio un vuelco para la mitad de este país la tarde del 1 de octubre. Vamos a darnos una vuelta por la Carrera de San Jerónimo y a entrar de puntillas en el Congreso: « A las cuatro y media de la tarde declaró abierta la sesión el señor Besteiro, comenzando seguidamente el debate sobre el proyecto constitucional. Se pone a debate el artículo 36 que dice «Los ciudadanos de uno y otro sexo que sean mayores de 21 años tendrán iguales derechos electorales conforme determinen las leyes». El señor Ayuso apoya la proposición de que puedan ejercer el derecho electoral los hombres a los 23 y las hembras a los 45. Argumenta su petición diciendo que la mujer hasta esa edad no tiene la suficiente inteligencia y formación jurídica para poder intervenir en la vida pública. La señorita Clara Campoamor rechaza enérgicamente esta enmienda, diciendo que es una burla soez (Rumores)».
Las crónicas de sesiones de 1931 en «El Defensor de Granada», es lo que tienen, que las lees y tienes una visión más clara de lo que pasaba en las Cortes que viendo ahora un enlace de Youtube. Y sigue: «El doctor Juarros impugna la enmienda anterior diciendo que que es precisamente a esa edad cuando la mujer ha perdido la inteligencia, por lo que generalmente cae en la corrupción». Así que para aquellos diputados de 1931, las mujeres de mi edad estábamos siempre a punto de algo, de alcanzar la inteligencia o de perderla para siempre.
Al día siguiente el debate se establece entre Victoria Kent y Clara Campoamor: «La señorita Victoria Kent se opone a que le sea concedido el voto a la mujer, alegando que esta no tiene todavía la capacidad suficiente para intervenir en las misiones de carácter político (Aplausos en algunos escaños y protestas en las tribunas). Continúa diciendo que no es todavía el momento oportuno para conceder a la mujer este privilegio, entendiendo que lo primero que debe hacer es enseñar a sus hijos. La señorita Clara Campoamor mantiene con un vibrante discurso la tesis contraria». Y la nota de color senyera la pone Lluìs Companys: «En Cataluña la concesión del voto a la mujer no constituye ningún peligro, porque allí la mujer es libre y está desvinculada del confesionario».
En aquella sesión, el alcalde de Madrid daba grandes voces porque entendía que el voto femenino era un mal irreparable para la República
Aquella sesión acabó con un importante ruido de pasillos, donde el alcalde de Madrid daba grandes voces diciendo que el voto femenino era un mal irreparable para la República , y allí se se congregaron un nutrido grupo de señoritas que repartieron cuartillas escritas a máquina con el siguiente texto: «Los diputados no mancharán la Constitución estableciendo privilegios. Queremos iguales derechos electorales que los hombres. Viva la República».
Salimos del Congreso. Algo ha cambiado aunque por poco tiempo. España sigue siendo gris y fría, y en otros lugares del planeta el voto femenino será considerado algo a tratar de forma alegre y festiva.
Canción «Vota la mujer» de Mary Poppins, Walt Disney (1964), y fotografías de Clara Campoamor y de mujeres protestando en las calles de Madrid extraída del blog ‘Verdades que ofenden’
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Granada despierta con mujeres que luchan y datos de paro históricos | Granada despierta
Luego Clara intentaría formar parte de IR pero no seria aceptada porque muchos la culpaban de que la derecha consiguiera el poder en las siguientes elecciones. Precioso, brillante Carmen.
silvia gonzález
Gracias, Silvia. Si no querían que votáramos era porque pensaban que estábamos muy influidas por la Iglesia. Así que…
elcarrodeheno