23
abril

La ciudad que no amaba a los museos

Palmeral, Málaga

Palmeral de las Sorpresas. Málaga

I have a dream, como se oyó aquella tarde en Washington D.F.  Sí, tengo un sueño, un sueño como el que tuvo aquel Aureliano que en el sopor de las tardes de Macondo soñó que la aldea estaba cubierta de láminas de espejo o cristal, no recuerdo bien, y que él interpretó que eran de hielo una vez que lo conoció de la mano de su padre. Sí, tengo el sueño de vivir en una ciudad con edificios de ventanas y paneles de cristal escarchado, de palacios antiguos rehabilitados y convertidos en museos. Tengo el sueño, siempre lo he tenido, de que en mi ciudad hubiera museos, museos arqueológicos, cívicos, de pintura y escultura, etnológicos o etnográficos, de artes y costumbres populares, de arte contemporáneo.

Sí, tengo el sueño de vivir en una ciudad con edificios convertidos en museos

Museos, muchos museos que anunciaran su presencia al volver la esquina de una calle y ver una larga cola en la acera esperando para entrar, museos también tranquilos y silenciosos donde entrar como en una especie de templo laico en busca de alimento para el alma y sosiego para el espíritu.

Hace tiempo que me di cuenta que ya no voy a los museos a ver cosas. De pronto me percaté que buscaba el interior de los museos para verme a mí misma, qué era, o al menos para no olvidar aquello en lo que quise convertirme. Sólo entre el murmullo de los pasillos del Prado o en el silencio de la planta alta del Centro Guerrero he encontrado paz o alegría muchas veces, sin ver nada en concreto y sin pararme demasiado, sólo por el puro placer de permanecer en un espacio concebido con el fin de hacernos un poco más buenos y de mostrarnos lo mejor  de nosotros mismos.

Granada no tiene museos, como tampoco tuvo archivos en su día con la excusa de tener uno de los más grandes generados en España. En Granada los museos están cerrados, o son un proyecto difuso, o son tan pequeños, dignos y modestos que casi no se ven.

En Granada los museos están cerrados, o son un proyecto difuso

El sábado me dejé caer a Málaga. El puerto se había reconvertido como espacio para el paseo pero también para la cultura y el arte, el CAC mostraba una descarnada exposición de El Roto, y el viento de la alameda movía los telones de los palcos de la Semana Santa, pero también hacía ondear las banderolas que anunciaban la exposición de Van Gogh y Corot que se clausuraba ese día en el Carmen Thyssen. Yo tengo el sueño de vivir en una ciudad más moderna y amable, donde los solares se conviertan en jardines, los altos muros de cemento se pinten de colores y donde no haya miedo de que el arte y la cultura nos golpeen la realidad. I have a dream.

Comentarios en este artículo

  1. Carmen Robles expresa su opinionsobre Granada, de manera muy sutil yo titularia este articulo bajo el nombre » LA SOLEDAD DEL SILENCIO IMPUESTO». Esa y asi es Granada. . Mas menos todo, lo mejor y lo peor pero al final se queda en eso GRAN-NADA

    antonio

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