sede periodistas de Granada
02
julio

Siente un periodista a su mesa

sede periodistas de Granada

Cuando empecé a dejarme ver por aquí, hace ya de esto nueve meses, yo tenía un vecino de blog arriba o abajo, no lo sé bien, que se llamaba, se llama Guillermo Ortega. La verdad es que he coincidido poco con él, pero me cae super bien, y el primer día que le dí al botón de publicar en Granadaimedia me daban escalofríos en la espina dorsal de pensar que el mío estaría junto al suyo. Decidí secretamente no tener nada que ver, adoptar un tono más bien cursi y ñoño, tratar las cosas con un aire leve y sin mucha enjundia y esconderme tras temas más o menos banales e intrascendentes. El respeto era grande.

Siempre me dio respeto y admiración la profesión de la Rana Gustavo. Había que tener los arrestos de estudiar una carrera que no se impartía en nuestra ínclita Universidad, o directamente eras de fuera y ya traías cierto aire exótico. El periodista es como cualquier otro gremio, igual de trabajador, igual de sacrificado, igual de quejica. Lo bueno es que cuando se queja utiliza el lenguaje con más propiedad, pero ello no quiere decir que sean más correctos ni que suelten menos tacos. Sí, corren malos tiempos para los periodistas. Y para los taxistas, los archiveros, los restauradores, los licenciados generalistas y ex trabajadores de la construcción. Por eso me llenó de ternura encontrarme con esta noticia de Ideal de enero de 1971.

«Hoy, la Asociación de la Prensa de Granada, los periodistas granadinos, estrenamos hogar propio, o como se dice en las notas de sociedad, local social. Estrenamos un piso amplio, soleado, situado en la primera planta del conocido edificio Cervantes, por la parte de este gran bloque que da a la plaza de Mariana Pineda y calle Ganivet. Local pues, cien por cien céntrico«.

A ver, aquello no era un hostal ni un asilo para periodistas en precario, era un lugar donde atender a «personalidades que serán entrevistadas por los reporteros de nuestra ciudad». Por eso la decoración era acorde con lo de las personalidades:

«De nuevo hay que hacer constar el buen gusto, no exento de alguna audacia ornamental, del local, aunque, por supuesto, domine un elegante y nunca severo clasicismo«.

Se hacía mucho hincapié también en que el local estaba dotado con una biblioteca llena de enciclopedias, máquinas de escribir, teléfonos y ceniceros. Y entonces me han entrado muchas ganas de ser un reportero dicharachero de principios de los ´70, de dejarme unas patillas anchas hasta el lóbulo de la oreja, de fumar retrepado en esos sillones Chester echando las colillas en un cenicero de cristal tallado mientras esperaba a una de aquellas personalidades y luego echarme un copazo en el Campillo sin dar muchas más explicaciones.

Comentarios en este artículo

  1. Haz el favor de no abrumarme con halagos, Carmen. Que luego me vengo arriba y me creo un gurú de la profesión. Muchas gracias y espero que nos veamos pronto.

    Guillermo Ortega
    • Os halago a todos en general, Guillermo. Es un placer conocer a gente como vosotros. Un abrazote, gurú!

      elcarrodeheno

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